La fraternidad ha asumido su responsabilidad de manera diligente en un mundo cambiante, globalizado y acelerado, donde cada vez se pretende depender menos de Dios, la autosuficiencia del ser humano, los avances científicos y tecnológicos han reducido el campo de acción de la fe, es ahí donde la Iglesia necesita despertar frente a estos desafíos, siendo pertinente,
contextualizando su papel y encarnando a su fundador, ya no solo hablando de Jesús, sino más bien; mostrándolo en su accionar día a día, es así como surge la Fraternidad Teológica Centroamericana como compañera de la iglesia, apoyando y guiando en los procesos de formación de líderes, tomando como base el modelo por excelencia de Jesús.
Somos una fraternidad teológica de vanguardia, con alto nivel académico y científico, que pone a disposición de la iglesia, las herramientas de las ciencias bíblicas y sociales, para que los diferentes ministerios eclesiales puedan realizar una pastoral pertinente y contextualizada, con la finalidad de responder con eficiencia y eficacia a los múltiples desafíos de la sociedad actual.
Ser una fraternidad teológica con altos estándares académicos, respondiendo siempre a las demandas racionales de la sociedad en el siglo XXI, y ser reconocida siempre a nivel Centroamericano y Latinoamericano por su capacidad de integrar en su proceso de formación de líderes, los aspectos racionales, espirituales y prácticos de la fe.
La fraternidad continua ampliando su campo de acción dentro de las iglesias evangélicas, trabajando de la mano con ellas, creando programas de primer nivel, que se ajusten y estén orientados siempre, de acuerdo a la necesidad de las diferentes comunidades de fe, acompañando a la gran familia cristiana a establecer el Reino de Dios.
Todos los programas están diseñados por un equipo de especialistas, destacándose como pastores, teólogos, catedráticos universitarios, conferencistas, lideres juveniles, entre otros, con muchos años de experiencia que han escrito tanto desde la fe y la práctica, teniendo siempre un equilibrio con la academia, aprovechando sus aportes, para ampliar el conocimiento tradicional de las escrituras sin comprometer su fe.